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La rosácea es una enfermedad inflamatoria de causa desconocida, es crónica y benigna que puede manifestarse de muy distintas formas. Normalmente en casi todos los casos afecta a la cara, y más concretamente, a la zona centrofacial debido a una disregulación térmica facial, un trastorno de la inmunidad innata, y de la adquirida. El resultado de estas alteraciones provocan:

  • Rubor en la cara de forma espontánea o por estímulos determinados
  • Aparición de lesiones inflamatorias que son las pápulas y pústulas.

De forma menos habitual, sobre todo en los hombres, se desarrollan protuberancias cutáneas, también llamadas fimas, ocasionada por el engrosamiento de la piel por degeneración de la dermis y epidermis al soportar una inflamación persistente en el tiempo. Es habitual que afecte a la zona de los párpados así como a las estructuras internas.

¿A quién afecta?

La rosácea suele afectar tanto a hombres como a mujeres, aunque es un poco más frecuente en ellas, no obstante suele ser más grave en hombres. En el 80% de los casos aparece a la edad de entre 30 y 50 años, lo cual no significa que no podamos encontrar casos a cualquier edad, incluida la infancia.

Es más habitual en la raza caucásica y en torno a un 5% de la población de adultos en Europa la padecen. Esta afección se encuentra entre las enfermedades dermatológicas que más afectan a nuestra calidad de vida, puesto que el enrojecimiento facial que se manifiesta de forma habitual en el rostro afecta a la autoestima de las personas que la sufren,  influyendo en sus relaciones personales y sociales, e incluso en las laborales.

Tipos de rosáceas

Pueden clasificarse en 4 subtipos que pueden manifestar aisladamente y otras veces coexisten varios a la vez:

  • Rosácea eritematosa o eritematotelangiectásica: consiste en la presencia permanente o transitoria de un enrojecimiento facial muy peculiar que está localizado preferentemente en la zona centrofacial. Ahí encontramos la piel rosada y este enrojecimiento se intensifica temporalmente. Esta es la manifestación de la enfermedad que más afecta a la calidad de vida de los que la padecen porque es muy difícil controlarla.
  • Pápulopustulosa: esta es una fase en la que aparecen en la cara lesiones inflamatorias, pápulas y pústulas, suele confundirse con el acné vulgar.
  • Rosácea fimatosa: con el paso del tiempo y casi de forma exclusiva en los hombres, puede producirse un engrosamiento del tegumento cutáneo que origina las conocidas fimas. Obedecen a una hiperplasia de las glándulas sebáceas y a la aparición de fibrosis, la más habitual aparece en la nariz.
  • Rosácea ocular: engloba todas las manifestaciones de la rosácea que aparecen en los ojos. Entre un 50 y un 75% de casos de rosácea encontramos manifestaciones de lesiones oculares muy molestas y que son difíciles de tratar. Suelen diagnosticarse de modo tardío por ello es importante que conozcamos que esos síntomas pueden ser parte de la misma enfermedad cutánea. Estas manifestaciones oculares son muy comunes en la rosácea infantil, que, en ocasiones, tan solo muestran la rosácea en esta zona. También existen otras formas clínicas de rosácea, como la granulomatosa, la rosácea fulminante etc. mucho más infrecuentes.

¿Cómo diagnostica tu dermatólogo la rosácea?

El dermatólogo no necesita hacer pruebas complementarias ni requiere realizar analíticas, no hay señales en sangre de esta enfermedad, para decirte si padeces esta enfermedad, tampoco necesita realizar cultivos, ya que no es una enfermedad infecciosa, solo con inspeccionar la piel de tu rostro lo sabrá. Los criterios diagnósticos de la rosácea se basan en la presencia de fenotipos que son manifestaciones propias de la enfermedad:

Fenotipos diagnósticos:

  • Eritema facial persistente, que periódicamente se intensifica.
  • Fimas.

Fenotipos mayores: sx

  • Pápulas y pústulas.
  • Flushing (eritema transitorio)
  • Telangiectasias.
  • Clínica ocular.

El dermatólogo puede hacer el diagnóstico de la enfermedad cuando observe que el paciente muestra, al menos uno, de los fenotipos diagnósticos, los dos, o dos o más de los fenotipos mayores.

Ya has podido conocer algo más de esta enfermedad, si crees que puedes presentar algún síntoma visible de esta acude a tu dermatólogo porque un diagnóstico precoz puede ser de gran ayuda.